25/7/14

JOSÉ FRANCISCO DE SAN MARTÍN Y MATORRAS ( biografía)

BIOGRAFIA RESUMIDA DEL GENERAL SAN MARTÍN   

   Fuente: Congreso de La República del Perú

BIOGRAFÍA LIBERTADOR DON JOSÉ  FRANCISCO  DE SAN MARTÍN  Y MATORRAS


"Nacido en las misiones jesuitas de Yapeyú el 25 de febrero de 1777, José de San Martín marchó a España antes de cumplir los cinco años de edad, llevado por sus padres para que completara su educación en los colegios de la península. Tenía 13 años cuando ingresó de cadete al regimiento Muecia, dando así comienzo a la carrera militar en que estaba llamado a distinguirse durante la invasión napoleónica. San Martín tomó parte activa en las guerras de España contra Inglaterra y Francia, combatiendo en Cabo San Vicente, en el norte de África, en Arjonilla, en Bailén, y finalmente en Albuera. Por sus servicios a la Madre Patria y sus grandes condiciones militares, valor, inteligencia, disciplina y lealtad, fue ascendido a Tnte. Crnel. de caballería y recibió las medallas concedidos por dichas acciones de armas. Ya para 1812, San Martín manifiesta sus sentimientos americanistas y sus simpatía por la emancipación de las colonias españolas. Juzga que ha cumplido su deber para con al patria de sus padres, derramando su sangre para defenderla de la agresión napoleónica, y que ya debe consagrar su vida a la libertad del pueblo en que ha nacido. Como sigue de cerca el movimiento liberal de la época y mantiene tratos con las logias que trabajan por la libertad de América, decide su viaje a Buenos Aires, a donde llega en 1812. El gobierno argentino le revalida su clase militar y le encomienda la organización del Regimiento Granaderos a Caballo que habría de vencer, primero en San Lorenzo, en 1813, y más tarde participar en forma brillante en las campañas por la libertad de Chile, Perú y Ecuador. En 1814, asume el mando del Ejército Argentino del Alto Perú en lugar de Belgrano, y luego la Gobernación de Cuyo, donde comienza a echar las bases del Ejército de los Andes. Por sus talentos militares y su espíritu organizador, es promovido a la clase de Capitán General y recibe el apoyo del Gobierno para preparar la expedición destinada a libertad a Chile. En 1817, pasa los Andes, en una hazaña sólo comparable a la que realizó Bolívar para llevar sus armas victoriosas hasta Bogotá. San Martín logró el triunfo de Chacabuco el 12 de febrero de ese año, y tras el momentáneo revés de Cancharayada, alcanzó la jornada decisiva de Maipú el 5 de abril de 14818, que consumó la independencia de Chile. Su entrada a Santiago fue triunfal, como salvador de la libertad de ese país. Ese triunfo le permitió consagrarse a su grande ideal de llevar las armas de la patria al Perú, tal como o había anunciado desde 1814. El 20 de agosto de 1820, zarpaba de Valparaíso la flota al mando de Cochrane, conduciendo la Expedición Libertadora que el 8 de setiembre desembarcó en Paracas. El mismo día del arribo a Pisco, San Martín lanzó una proclama a sus soldados, diciendo: "Hemos llegado al lugar de nuestro destino, y sólo falta que el valor consuma la obra de la constancia... acordaos que no venía a hacer conquistas sino a libertar pueblos. Luego pasó a Huaura para iniciar la campaña militar que le abrió las puertas de Lima, a donde entró el General San Martín el 10 de julio de 1821. El 28, juró la independencia del Perú con la bandera peruana que él había creado en Pisco pocos meses antes; y el 2 de agosto, desligándose de toda dependencia política a Chile, asumió el mando supremo en el Perú con el título de Protector. El 26 de julio de 1822 se entrevistó con el Libertador Bolívar en Guayaquil. De regreso convocó el 20 de setiembre del mismo año, saliendo del Perú para siempre. Al entregar las inignias del Poder, San Martín dijo: "He cumplido la promesa sagrada que hice al Perú: he visto reunidos los representantes: fuerza enemiga ya no amenaza la independencia de unos pueblos que quieren ser libres y que tienen los medios para serlo".

El Congreso Constituyente en reconocimiento de los servicios prestados pro el Protector a nuestra independencia, le acordó, entre otros honores, los títulos de Primer Soldado de la Libertad, Generalísimo de las Armas del Perú, Fundador de la Libertad del Perú, el agrado de Capitán General y el uso de la banda bicolor con los honores del poder ejecutivo en todo el territorio del país. Además, dispuso que se le levantara una estatua y que un busto del Generalísimo fuera erigido en la Biblioteca Nacional, por él fundada.

Entre 1822 y 1850 San Martín vivió desterrado en Europa, salvo un breve viaje que hizo a Buenos Aires en 1829. Pero aún de lejos siguió preocupándose por los sucesos del Perú y Argentina, cuyas luchas políticas produjéronle penosa impresión pues iban contra sus más caros ideales. "Cada gota de sangre americana que se vierte -decía- me llega al corazón". Al igual que Bolívar amó el orden y la armonía nacionales. Pensaba en la unión de todos los pueblos de América y el respeto a los principios en que se funda la prosperidad y la riqueza de los pueblos. En vísperas de morir todavía pensaba en el Perú, su segunda patria, y así en su testamento mandó devolver el pendón Pizarro que le obsequiara el Ayuntamiento de Lima al renunciar el Mando. Falleció en Boulogne Sur Mer el 17 de agosto de 1850.

Como gobernante el Perú debe al General San Martín importantes reformas sociales y jurídicas: suprimió la mita y el tributo de los indios; prohibió la pena de azotes, la tortura y la horca; estableció la libertad de imprenta; fundó la Biblioteca Pública de Lima; decretó la libertad de los esclavos nacidos en el Perú y medidas de seguridad individual y colectiva. Fundó colegios, impulsó las industrias y enalteció la dignidad del hombre. Creó nuestra Bandera y el Himno Nacional. Fomentó la cultura y pudo cumplir la promesa que hizo antes de salir de Chile de que venía a luchar por la libertad y contra la injusticia y la ignorancia. "San Martín es el más grande de los héroes, el más virtuoso de los hombres públicos, el más desinteresado patriota, el más humilde en su grandeza y a quien el Perú, Chile y las Provincias Argentinas le deben su vida y su ser político", fue el juicio que el ilustre soldado mereció de los peruanos a su retiro del país" .


¿QUIÉN  FUE REALMENTE  SAN MARTÍN?


¿Quién era realmente José Francisco de San Martín? Aunque la historia oficial pretende lo contrario, su origen es plebeyo y popular. Como ha sugerido (y en gran medida demostrado) Hugo Chumbita, en su libro El secreto de Yapeyú. El origen mestizo de San Martín, éste nace cerca de Paraguay, en Yapeyú, ex misión jesuítica donde los indígenas guaraníes apoyaron a Artigas contra los portugueses. Niño de piel oscura y mestiza, su madre real fue Rosa Guarú, indígena guaraní que lo engendra, amamanta y educa hasta los 3 años, trabajando como criada, nodriza y sirvienta de Gregoria Matorras y Juan de San Martín (españoles blancos, que luego adoptan y anotan al pequeño como hijo propio y lo llevan a España). Su padre real fue el marino español Diego de Alvear y Ponce de León, de quien es hijo “ilegítimo”, extramatrimonial, pues Rosa —que lo engendra a los 17 y llega a vivir 112 años—, la mamá indígena del pequeño José, no era su esposa legal. San Martín es hijo mestizo de esa doble tradición. Su padre Diego de Alvear paga su carrera militar en Málaga junto con la de Carlos de Alvear (su hijo legal). Ya adulto, José Francisco regresa a su pueblo y se dedica a luchar por la independencia de América contra el mundo cultural al que pertenecía su padre (algo que también le sucedió a Bolívar). Los dos libertadores tuvieron como madres y educadoras a mujeres del pueblo. Al pequeño José Francisco lo crió Rosa, su mamá indígena guaraní, al joven Simón lo amamantó y cuidó Hipólita, una mujer negra afrodescendiente.


Ese origen plebeyo y su rostro mestizo lo marcan a fuego. En Chile, la aristocracia blanca lo llama despectivamente “el mulato San Martín” y “el paraguayo”, según recuerda Benjamín Vicuña Mackenna. En Perú, las familias patricias lo desprecian llamándolo “el cholo de Misiones”. Según apunta Pastor Obligado, los españoles lo llamaban con desprecio “el indio misionero”. El general francés Miguel Brayer, que estuvo bajo sus órdenes y luego fue destituido, lo tachó de “el tape [indígena cristianizado] de Yapeyú”.

A los 5 años, los padres adoptivos de José Francisco lo llevan a España, lo anotan como propio y le dan su apellido. Su padre biológico no lo reconoció, pero aportó a cambio la ayuda económica para su carrera militar en Málaga. Allí José Francisco lucha en varias batallas (norte de África y España) y enfrenta las invasiones napoleónicas. De formación militar en la guerra de guerrillas europea pero de identidad mestiza e indoamericana, regresa a su patria en marzo de 1812 en plena efervescencia independentista, cuando la lucha democrática se trasladaba de las metrópolis a las colonias.
( extraído de: LA HISTORIA DEL DIA)
  

¿ QUÉ PASÓ EN LA ENTREVISTA DE GUAYAQUIL?


Bolívar (descendiendo desde el norte) y San Martín (ascendiendo desde el sur) confluyen en Guayaquil el 26/7/1822. Están juntos aproximadamente 40 horas. Los dos se admiran recíprocamente. No se conocen previamente en persona, aunque Bolívar tiene informes previos sobre la personalidad, el carácter y la psicología de San Martín brindados por Manuela, quien lo conocía bien del Perú por ser amiga íntima de su amante Rosa Campusano y por haber sido condecorada con la Orden del Sol por el Libertador del sur (Manuela Saenz reconstruye esos informes sobre San Martín brindados a Bolívar en su Diario de Paita).

Los dos libertadores conversan, discuten y debaten sobre cuatro temas, algunos más urgentes, otros menos: (a) Los liderazgos de la lucha todavía pendiente contra el imperio español 
(b) La ayuda militar de Bolívar a San Martín para acabar definitivamente con los españoles en la sierra peruana,
 (c) La situación de Guayaquil que reclamaban tanto Colombia como Perú, y
 (d) la forma futura de gobierno de las nuevas naciones latinoamericanas tras la independencia.

 Como desenlace de esa entrevista, San Martín finalmente cede a Bolívar la dirección político-militar de la lucha continental y se retira sin quejas, convencido que ha cumplido su misión.

De los temas más urgentes que ambos debatieron, mucho se ha discutido sobre los auxilios militares que San Martín necesitaba de Bolívar, clave del asunto. Lo que nadie se pregunta es… ¿por qué los necesitaba? San Martín no pudo terminar su obra latinoamericana porque la oligarquía de Buenos Aires y sus cuadros políticos le dieron la espalda, lo abandonaron y le escamotearon recursos económicos y combatientes a cambio de negociaciones deshonrosas con los europeos. La oligarquía de Buenos Aires odiaba a Bolívar, tanto como despreciaba a San Martín (llegando al extremo de intentar destituirlo y separarlo del Ejército de los Andes en varias ocasiones hasta que finalmente lo dejaron solo y abandonado en sus campañas de liberación). Ese es en realidad “el gran secreto” —nunca mencionado ni analizado— de las discusiones entre los dos libertadores en la entrevista de Guayaquil, como anota en sus apuntes biográficos sobre San Martín el escritor Rodolfo Walsh (ver apéndice en este libro). San Martín, con elegancia y sutileza pero sin callarse, se lo había remarcado tempranamente al jefe del gobierno porteño, el Director Supremo Pueyrredón, cuando le escribió “Un justo homenaje al virtuoso patriotismo de los habitantes de esta provincia […] Admira en efecto que un país de mediana población sin erario público, sin comercio ni grandes capitalistas […] haya podido elevar de su mismo seno un ejército de 3.000 hombres, despojándose hasta de los esclavos, únicos brazos para su agricultura […] en fin, para decirlo de una vez dar cuantos auxilios son imaginables y que no han venido de esa capital, para la creación, progreso y sostén del Ejército de los Andes” (José de San Martín: Carta al Director Supremo Pueyrredón. Mendoza, 21/10/1816). Sin ambigüedades ni eufemismos, el Libertador del sur le deja en claro en esta carta a la máxima autoridad política del Río de la Plata que Buenos Aires le negó auxilios y colaboración para formar y consolidar el Ejército de los Andes con el que poco tiempo después liberaría Chile y Perú, enfrentando a las tropas colonialistas. Esa inicial falta de auxilio se profundizaría con los años hasta convertirse prácticamente en hostilidad. Sin ese dato central, nada se entiende del encuentro de Guayaquil, de su desenlace ni de la decisión adoptada por San Martín.

DATOS DE LA VIDA DE SAN MARTÍN:


El general Tomás Guido, colaborador y amigo de San Martín, tomó diversos apuntes sobre el Libertador. Los que siguen a continuación ponen de manifiesto algunos detalles de su vida cotidiana: "Se me consentirá aquí, en gracia de tan célebre personaje, una digresión encaminada a suministrar algunos detalles sobre su vida íntima. Era generalmente sobria y metódica.
 Durante su larga permanencia en Chile, tenía por costumbre levantarse de tres y media a cuatro de la, mañana, y aunque con frecuencia le atormentaba, al ponerse de pie, un ataque bilioso, causándole fuertes náuseas, recobraba pronto sus fuerzas por el uso de bebidas estomacales, y pasaba luego a su bufete. Comenzaba su tarea, casi siempre a las cuatro de la mañana, preparando apuntes para su secretario, obligado a presentarse a las cinco.
 Hasta las diez se ocupaba de los detalles de  la administración del ejército, parque, maestranza, ambulancias, etc., suspendiendo el trabajo a las diez y media. Desde esa hora adelante, recibía al Jefe de Estado Mayor, de quien tomaba informes y a quien daba la orden del día. Sucesivamente concedía entrada franca a sus jefes y personas de cualquier rango, que solicitaren su audiencia. El almuerzo general era en extremo frugal, y a la una del día, con militar desenfado, pasaba a la cocina y pedía al cocinero lo que le parecía más apetitoso. Se sentaba solo, a la mesa que le estaba preparada con su cubierto, y allí se le pasaba aviso de los que solicitaban verlo, y cuando se le anunciaban personas de su predilección y confianza, les permitía entrar. En tan humilde sitio ventilábase toda clase de asuntos, como si se estuviera en un salón, pero con franca llaneza, frecuentemente amenizada con agudezas geniales. 
Sus jefes predilectos eran los que gozaban más a menudo de esas sabrosas pláticas. Este hábito, que revelaba en el fondo un gran despego a toda clase de ostentación, y la sencillez republicana que lo distinguía, no era casi nunca alterada por el general, considerándola, -decía él en tono de chanza- un eficaz preservativo del peligro de tomar en mesa opípara algún alimento dañoso a la debilidad de su estómago. Mas esto, que pudiera llamarse una excentricidad, no invertía la costumbre de servirse a las cuatro de la tarde una mesa de estado, que, en ausencia del general, presidía yo, preparada por reposteros de primera clase, dirigidos por el famoso Truche, de gastronómica memoria. Asistían a ella jefes y personas notables, invitadas o que ocasionalmente se hallasen en palacio a la indicada hora. 
El general solía concurrir a los postres, tomando en sociedad el café, y dando expansión a su genio en conversaciones festivas. Por la tarde recibía visitas o hacía corto ejercicio, y al anochecer regresaba a continuar su labor, imponiéndose de la correspondencia del día, tanto interna como del exterior, hasta las diez, que se retiraba a su aposento y se acostaba en su angosto lecho de campaña, no habiendo querido, fiel a sus antiguos hábitos, reposar nunca en la cama lujosa que allí le habían preparado. Mas este régimen era con frecuencia interrumpido por largas vigilias, en las que meditaba y combinaba operaciones bélicas del más alto interés, y cuanto se relacionaba con su inmutable designio de asegurar la independencia y organización política de Chile. A más de la dolencia casi crónica que diariamente lo mortificaba, sufría de vez en cuando ataques agudísimos de gota, que, entorpeciendo la articulación de la muñeca de la mano derecha, lo inhabilitaban para el uso de la pluma. 
Su médico, el doctor Zapata, lo cuidaba con incesante esmero, induciéndolo no obstante, por desgracia, a un uso desmedido del opio, a punto de que, convirtiéndose esta droga, a juicio del paciente, en una condición de su existencia, cerraba el oído a las instancias de sus amigos para que abandonase el narcótico (de que muchas veces le sustraje los pomitos que lo contenían) y se desentendía del nocivo efecto que lenta pero continuadamente minaba su físico y amenazaba su moral". General Tomás Guido.
 




 (Nació el 1º de setiembre de 1788. Se llamaba Tomás Francisco Gil Buenaventura del Rosario Guido Aoiz. Sus contemporáneos y la historia lo conocieron como Tomás Guido)


TESTAMENTO  DECLARADO POR EL GENERAL:


En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del Universo: Digo yo José de San Martín, Generalísimo de la República del Perú y Fundador de su libertad, Capitán General de la de Chile, y Brigadier General de la Confederación Argentina, que visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente Testamento lo siguiente:  
PRIMERO: dejo por mi absoluta Heredera de mis bienes, habidos y por haber a mi única hija Mercedes de San Martín actualmente casada con Mariano Balcarce. 

SEGUNDO: Es mi expresa voluntad que mi hija suministre a mi hermana María Elena, una pensión de mil francos anuales, y a su fallecimiento, se continúe pagando a su hija Petronila, una de 250 hasta su muerte, sin que para asegurar este don que hago a mi hermana y sobrina, sea necesaria otra hipoteca que la confianza que me asiste de que mi hija y sus herederos cumplirán religiosamente esta mi voluntad. 
TERCERO: El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla.

 CUARTO: Prohíbo el que se me haga ningún género de funeral, y desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía, el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires.
 QUINTO: Declaro no deber ni haber jamás debido nada a nadie.
  SEXTO: Aunque, es verdad que todos mi anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta, y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura, todos mis esmeros haciendo mi vejez feliz. Yo le ruego continúe con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con todo mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido; igual encargo hago a su esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha desmentido la opinión que había formado de él, lo que me garantiza continuará haciendo la felicidad de mi hija y nietas.
SÉPTIMO: Todo otro Testamento o Disposición anterior al presente queda nulo y sin ningún valor.  Hecho en París a veintitrés de enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro, y escrito todo él de mi puño y letra –
JOSE DE SAN MARTIN 
Artículo adicional. Es mi voluntad que el Estandarte que el bravo Español Don Francisco Pizarro tremoló en la Conquista del Perú sea devuelto a esta República (a pesar de ser una propiedad mía) siempre que sus Gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con que me honró su primer Congreso."



JOSE DE SAN MARTIN
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Bueno existe en mi ,  una controversia al respecto de este último artículo adicional, pues según  la página LA HISTORIA DEL DIA- (Argentina ) este artículo manifiesta de que San Martín era el propietario del estandarte de Pizarro sin embargo , he encontrado otra fuente que manifiesta que  fue Antonio josé de Sucre quien envía al museo de Colombia  cinco estandartes , una de ellas la de Pizarro.

aquí les envío el enlace para que lo puedan  leer. haga click en la palabra "enlace" .