1/8/13

  EL SIGNIFICADO DE LOS SACRAMENTOS DURANTE EL VIRREINATO.


En primer lugar, una serie de dificultades generales incidieron, individual o conjuntamente, sobre el proceso de cristianización en América y, como meollo de éste, sobre la administración sacramental. Las peculiares características de la naturaleza (distancias enormes, ríos caudalosos, caminos ásperos, comunicaciones insuficientes) entorpecieron la labor de los evangelizadores, cuya tarea se vio puesta en jaque por otras dos situaciones difíciles de superar:
-  la diseminación aborigen y la mala distribución de los operarios, concentrados básicamente en las áreas centrales. A ello se sumó la conducta poco ortodoxa de laicos y eclesiásticos. Pese a las severas sanciones impuestas por la legislación canónica, no faltaron clérigos comerciantes, hacendados, jugadores, amancebados, solicitantes y otros poco responsables de su tarea apostólica, que no titubearon en cobrar estipendios o en exigir contribuciones para administrar tal o cual sacramento, lo cual desembocó en que el indio prefiriera evitarse el desembolso, o que malinterpretara lo sagrado entendiéndolo como algo posible de ser vendido por el sacerdote en provecho propio.


En cuanto a los laicos, encomenderos y corregidores movidos por intereses personales, lesionaron con frecuencia la recepción sacramental: no faltaron ejemplos de quienes, para parecer moralmente irreprensibles, dejaron de bautizar a los hijos de sus indias concubinas; por no pagar la contribución establecida, no dieron entierro en sagrado a indígenas moribundos a su cargo; y, por no perder el servicio de las mujeres de su encomienda, impidieron sus matrimonios con los indígenas de otro repartimiento y las forzaron a contraer con los del propio.

Por otra parte, hubieron  malas interpretaciones de parte de  los naturales sobre los fundamentos de los sacramentos , esto  influyó negativamente sobre la correcta inteligencia de cada sacramento en particular. Veamos algunos ejemplos.

BAUTISMO


En el caso del bautismo, puerta de entrada a los demás sacramentos , los eclesiásticos que tomaron contacto con las áreas centrales  del virreinato no sopesaron la posibilidad de que, dentro de la angustia vivida por los indígenas por la  conquista, la correcta intención con la que el indio se acercaba al sacramento no era como se veía . El temor al amo español y a su Dios poderoso --que parecía haber triunfado sobre los dioses locales--, la necesidad de congraciarse con ambos, la tentación de llevar como los blancos un nombre cristiano o de tener por padrino a algún español de alcurnia, seguramente  empujó a más de uno a pedir el bautismo sin una firme convicción interior y sin comprender con claridad las obligaciones que como cristiano asumía desde entonces. Al respecto, es diferente  el caso de las indias bautizadas en vista de que el  español no podía  cohabitar con infieles, práctica que los eclesiásticos consideraban circunstancia agravante. En 1535, el obispo de Cartagena de Indias se quejaba de que muchos de sus fieles tenían la costumbre de bautizar a las indígenas "para poder echarse con ellas -dice- sin ser enseñadas en las cosas de la fe, y así bautizadas  se han vuelto a sus pueblos", con riesgo de apostasía. Igualmente dudosa resultó la enseñanza impartida a los indios a quienes se bautizaba durante las expediciones de conquista.

Como en el resto de Hispanoamérica, la reacción de la legislación canónica fue inmediata: las sinodales de fray Juan de los Barrios de 1556 fijaron en dos meses el tiempo de preparación para los adultos, mientras que el Catecismo de Zapata de Cárdenas insistió en la necesidad de que, antes de recibir el sacramento, el indio comprendiera cabalmente su sentido.
Respecto de las malas interpretaciones, la más extendida fue la visión mágica del sacramento vinculada a la idea de que el bautismo provocaba la muerte, esto se se originó debido a que  los misioneros  entraban  en las áreas marginales para  bautizar  a recién nacidos y a pequeños y adultos enfermos. Como muchos de los bautizados morían, no tardaron los naturales en considerar que aquella ceremonia extraña que los recién llegados repetían sobre sus congéneres no era más que un auxiliar para sus sortilegios mortíferos. De este modo, el sacramento pasó a ser sinónimo de ceremonia fatal y los misioneros, "asesinos" que buscaban con ansias a grandes y a niños para que nadie escapara con vida.


MATRIMONIO


El matrimonio fue, junto con el bautismo, el sacramento más administrado en Indias. Considerados los naturales ineptos para el sacerdocio y siendo la carnalidad uno de sus vicios dominantes a los ojos de los evangelizadores es que  ellos mismos se abocaron a la tarea de estimular a los aborígenes a contraer matrimonio apenas llegados a la edad legítima. Las dificultades se originaron, fundamentalmente, en el arraigo de la poligamia en la gran mayoría de los pueblos indígenas que estaba muy   relacionada con las clases superiores en el antiguo imperio , y que  respondía a motivos de orden moral vinculados a ciertos tabúes que impedían la cohabitación durante el largo período de gestación y lactancia; de orden sociopolítico, pues era considerada signo de poder; y de orden económico, en tanto la pluralidad de mujeres constituía la riqueza de un marido, cuyas esposas se encargaban de alimentarlo, vestirlo, realizar trabajos productivos y darle una abundante prole, seguro para su vejez.
Malinterpretando el compromiso monogámico e indisoluble que importaba el sacramento cristiano, los indios intentaron defender, por distintas vías, su entrañable costumbre vinculada con la pluralidad de mujeres, sea que inventaran haber contraído  matrimonio con  mujeres no  bautizados o  haberse casado de manera diferente a la  cristiana o mudándose el nombre y cambiando de vecindad, pasaran a segundas nupcias cayendo en el delito de bigamia.

CONFESION


Pese a que la legislación canónica obligaba a los curas a aprender las lenguas generales e, incluso, las particulares de cada grupo, el desconocimiento lingüístico fue para los españoles sacerdotes, una de las dificultades que tocó más de cerca al sacramento de la confesión. Aunque este problema no importó  en este caso a los naturales, el problema atentó seriamente contra la integridad del sacramento. Las malas interpretaciones derivaron, básicamente, de dos cuestiones:  Por una parte, de un generalizado concepto material de "pecado", al que los indígenas  entendían no como una mancha que aquejaba al alma, sino como una forma de intoxicación que invadía al cuerpo a causa de la violación de alguna  regla y que les acarreaba, por tanto, un castigo (enfermedad, muerte, pestes, sequías, hambre, etc.). Esta noción del sacramento cristiano influyó mucho en los resultados obtenidos por el grupo evangelizador. Por otra parte, la dificultad demostrada por los indígenas para comprender los postulados dogmáticos sobre los cuales se apoyaba la confesión, sobre todo, la disposición interior requerida para que el pecado les fuese perdonado (examen de conciencia, contrición, propósito de enmienda, cumplimiento de la penitencia impuesta) era una tarea muy complicada de explicar. La falta de examen de conciencia, por ejemplo, solía imposibilitarles una enumeración cuidadosa de las faltas, y el ocultamiento de pecados por vergüenza --en general carnales--, por un temor erróneo al castigo corporal por lo confesado, o por malicia --vinculados, sobre todo, al mantenimiento de idolatrías-- invalidaba el sacramento sin que pudiera  se pudiera evitar  la posibilidad de  comulgar  sacrílegamente.



COMUNION


Como en el resto de Hispanoamérica, la incorporación de los indios al sacramento de la comunión no fue  sencillo. Al principio se les negó tal sacramento porque pensaban que los indígenas eran incapaces de tal comprensión de la transformación de Cristo . Sin embargo en  1606 se suavizó la prohibición al permitir administrarlo con gran cautela. El concilio santafereño de 1625 ,ordenó a los párrocos los instruyeran en la doctrina necesaria y excitaran su deseo de comulgar. En la práctica, sin embargo, se mantuvo la opinión generalizada sobre que la persistencia de vicios tan comunes como la carnalidad o la embriaguez los hacía incapaces de recibir el sacramento, y los párrocos continuaron negándoselo para evitarse el trabajo de prepararlos debidamente. El problema llegó al extremo de impulsar al arzobispo fray Cristóbal de Torres a convocar en 1636 una junta de hombres doctos para estudiar la manera de fomentarla: fruto de ello, según J. M. Pacheco, fue un decreto donde el prelado enjuició el abuso de apartar a los indios de la comunión y dio a conocer su decisión de enviar predicadores a las doctrinas para que se encargasen de instruirlos suficientemente. En suma, el acceso a la Eucaristía, sobre todo fuera del tiempo pascual, fue sumamente lento, y probablemente no se haya logrado a lo largo del período.

Este problema de  la  comprensión del misterio de la transustanciación: hizo que muchos naturales se inclinaran a creer que, en el momento en que el sacerdote elevaba la Hostia, Cristo en persona descendía del cielo para introducirse en ella. No de otra forma se explica la preocupación de cierto cacique del Orinoco quejoso de que su miopía le impedía ver el momento en que el Hijo de Dios bajaba desde lo alto.

Hubo también interpretaciones de tipo mágico: algunos hechiceros del Orinoco, por ejemplo, sentenciaron que tanto la muerte, como la enfermedad ,se debían a la asistencia del pueblo a la misa e instaron a ultimar al cura "para matar la enfermedad". En el polo opuesto, indios de las misiones del Marañón suponían que la misa era un medio eficaz para preservarse de desgracias y "tenían por mal agüero el dejarla".

EXTREMAUNCION


No siendo la extremaunción un sacramento necesario para la salvación, su administración no se generalizó entre los naturales: sorprende que, a fines del siglo XVIII, los cánones conciliares sigan exhortando a los párrocos a llevarlo a quienes vivan en lugares alejados sin poner excusas tan absurdas  como el no tener mulas que los transporten. Dado que, tras su administración, era frecuente el deceso del enfermo, no es extraño que, dentro de una visión mágica similar la señalada para el bautismo, los indígenas concibieran a la unción como vehículo de muerte. El resultado no se hizo esperar: muchos escondían a sus parientes moribundos en la espesura de los bosques y, si el misionero preguntaba por ellos, los declaraban por muertos y enterrados. Como en el caso del primer sacramento, no podían los evangelizadores hacer otra cosa más que esperar la cura milagrosa que convenciese al grupo de lo contrario.


CONFIRMACION


Poco se conoce tanto sobre las dificultades como sobre las malas interpretaciones relativas al sacramento de la confirmación, su administración recayó únicamente, al menos hasta mediados del siglo XVIII, sobre  el obispo. El  problema más corriente parece haber sido la de reiterar el sacramento desconociendo su carácter indeleble, probablemente por la satisfacción de los indígenas de contar con el patrocinio de más de un padrino o madrina. Fuera de ello, entre algunos grupos no faltó la visión mágica que convirtió al crisma en responsable de dolores de cabeza, pestes y muerte.

CONCLUSIONES


Dado el panorama apenas esbozado, de más está subrayar que no es posible llegar a una conclusión generalizadora. Sin descartar los casos en que los indígenas llegaron a una aceptación íntima y consciente de las obligaciones del cristiano, ni a aquellos otros en que se mantuvieron en la idolatría lisa y llana --ya por rechazo, ya por habitar zonas a donde no llegó la penetración misionera--; debemos analizar entre ambos extremos, una amplia franja de matices variados de la práctica del cristianismo . Dentro de ella, la coexistencia entre lo pagano y lo cristiano generó  expresiones sincréticas; y, por otro, visiones de tipo mágico en las que los sacramentos, fuente de gracia, se convirtieron en vehículo de salud, enfermedad o muerte.

De todos modos, en los innegables límites del éxito obtenido por la evangelización durante la Colonia es donde debe buscarse el origen de las fallas de las que adolece el catolicismo novomundano actual en el Nuevo Mundo, si es que se pretende avanzar hacia una nueva evangelización basada en una práctica sacramental más consciente.




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